Mi experiencia de voluntariado: Monte Grimano terme (Italia)
Esta semana, nuestra voluntaria Grace, quiere contarnos sus hazañas en un pueblito de Italia llamado Monte Grimano Terme mientras realizaba su proyecto dentro del Cuerpo Europeo de Solidaridad.
¡No te pierdas su experiencia y sus peripecias a la hora de volver en plena crisis de Coronavirus!
«¡Hola! Mi nombre es Grace, estuve realizando un voluntariado de 4 meses en un pueblo al noroeste de Italia, Monte Grimano Terme, junto a tres chicas francesas. Aquella aventura comenzó en diciembre y estaba planificado terminar el pasado 3 de abril. Pasamos por muchas modificaciones en nuestro proyecto debido al COVID-19.
Una de estas modificaciones fue la vuelta anticipada de mis compañeras a su país y mi traslado a otro pueblo, ya que España tuvo que cerrar la frontera con Italia como medida de prevención. Este pueblo se llamaba Belforte, donde se encontraba otro voluntario húngaro viviendo la misma situación.
Tenía un vuelo para el día 7 de abril que partía en la mañana, lo que significaba que tenía que salir de casa un día antes a primera hora de la mañana.
Llevaba una maleta de 20kg, otra de mano, una mochila llena de comida y una cartera. Esa mañana antes de partir miré a la casa donde compartí mis últimos días y a mi amiga felina que estaba esperando crías. Después de compartir las últimas miradas de agradecimiento eché a correr, ¡tenía menos de 10 min para llegar a la parada del autobús!. Tuve suerte ya que el bus llevaba 5 minutos de retraso.
En la estación de tren tenía tres horas muertas mientras esperaba, así que pensé: « tal vez es un buen momento para investigar la estación ».
No había gente en ese momento, solo una enorme tranquilidad en la mañana. Encontré un túnel que daba a un aparcamiento al aire libre rodeado de un pedacito de naturaleza y mientras disfrutaba sentada desayunando viendo Netflix, se acercaron tres militares y un policía que estaban haciendo su control diario de pasajeros. Me hicieron un par de preguntas, firmas y mi recorrido continuó como estaba planeado.
Cogí mi segundo tren mucho más rápido, lo único que lo diferenciaba del anterior fue que en este había muchos más pasajeros de lo que me esperaba en un día de cuarentena, varias personas con mascarillas, guantes y otras tantas sin ninguna protección. Tercer tren, y la gente se multiplicaba, aunque claro, muchísimo menos que la que hubiese habido en un día normal.
¡Cuarto tren y el último! Milano Central y como era de esperar había muchos militares controlando las entradas y salidas. No hubo mucho misterio, cogí el tren y mi última parada del día… ¡el aeropuerto! ¡Cuánto lo estaba deseando a esa altura del día!
Como era de esperar, no había ningún hotel u hospedaje cerca que estuviese trabajando. Entonces, fue en ese momento cuando vi con diferentes ojos mi maleta, que tenía el tamaño perfecto para reposar mi cabeza, y bueno, cuando tienes mucho tiempo muerto… tu cabeza empieza a divagar, filosofar y hasta ganas de bailar tenía. Tuve un momento cúspide de emoción y después un bajón, me sentía enferma, débil, cansada, frustrada, estresada solo de pensar que mi vuelo haría una breve escala en Alemania y que estaría en casa después de la hora de comer.
Me dolía la cabeza, los ojos, las orejas, el estómago… estaba demasiado nerviosa, solo pensaba: «tal vez no pueda salir del país, a lo mejor me contagio en estas horas que aún quedan…». Pasé la noche a base de conversaciones y café, embarqué sin problemas y me dije a mí misma: «qué dramas te montas». Bien, siguiendo con el itinerario, hice escala en Alemania donde el caos fue brutal. Había 3 filas que “separaban” viajes a Europa, América y Asia si mal no lo recuerdo. Aquello era demasiado estresante: mucha gente junta, mucha gente hablando, gente sin mascarilla, familias con plástico desde la cabeza a los pies, pasajeros pensando que su vuelo parte en 5 min y que la fila no avanzaba, gente hablando por teléfono con un traductor y yo solo pensando en que no quería morir… estaba muy cansada y lo último que quería era contagiarme y recorrer de nuevo el mismo camino de vuelta.
Al final llegué bien, no perdí el vuelo y entonces todo se volvió paz y amor nuevamente como cuando empezó toda esta aventura.
¡Muchas gracias por leerlo!»