Živjo! Me llamo Sonia y a finales de marzo me vine a Eslovenia de voluntaria. En concreto, estoy en Idrija, un pintoresco pueblo escondido en lo más profundo de un valle.
Podría contar cómo he acabado aquí (el 20 de marzo me subí a un avión Madrid-Múnich a las seis de la mañana, luego otro Múnich-Ljubljana y ya en Eslovenia cogí dos diferentes autobuses hasta llegar a Idrija), pero eso suena muy aburrido. En cambio, puedo contar cómo Idrija me eligió a mi.
La historia se remonta a junio del año pasado, cuando en un post de Joker Out, representantes de Eslovenia en Eurovisión 2023, leí sobre Idrija y el bordado único que hacen. No le di mucha importancia, pero el nombre se quedó en el fondo de mi mente. Ese mismo mes, leí que el año que viene se celebraría la VNL (Volley Nations League) en Ljubljana, y me planteo ir, pero el plan se queda en mi libreta de “cosas que quiero hacer”. Llega julio y estoy hablando con Cahya sobre irnos a Eslovenia en navidades porque hemos visto que en navidades es precioso. Creamos una bucket list de todo lo que podemos hacer en Eslovenia, pero llega septiembre y no hemos organizado nada, y yo me voy a Finlandia el próximo més y Cahya se ahoga con su trabajo en el laboratorio. Y en Finlandia conocí a dos chicas españolas en el mismo proyecto que yo, que acabaron en Eslovenia un par de meses después. Mientras tanto, yo estaba en Madrid (y luego en Stirling) buscando un proyecto de larga duración mientras trabajaba. Un día que estaba en la página de los European Solidarity Corps, revisando ofertas de voluntariados, apareció una nueva. Idrija. No sabía de qué me sonaba ese nombre, pero resonó conmigo y me dije que, o era esa oferta o ninguna. Y es como si Idrija hubiera pensado lo mismo, porque aquí estoy, en Idrija, Eslovenia.
El siguiente mes de mi vida se resume en yo preparándome para irme a Eslovenia y despidiéndome de mi familia y amigos. Fueron casi cuatro semanas quedando con gente (a la vez que trabajaba) e impidiéndome llorar, porque sabía que una vez que empezase no podría parar. Y así fue porque el 20 de marzo a las 6 de la mañana me puse a llorar en el avión. El detonante fue que creía que había perdido mi reloj en el aeropuerto y que no lo iba a encontrar nunca, pero la realidad era que estaba agotada mentalmente de esas últimas tres semanas. Mi recomendación es que te permitas llorar delante de tu familia y amigos. (Y por si os lo preguntabais, sí, encontré el reloj, se había caído en la mochila y no lo veía).
Finalmente llegué a Idrija, donde Zarja, mi coordinadora, me enseñó el centro y el hostel (que está en el mismo edificio) en el que llevo viviendo tres meses ya. Vivir en un hostel es una experiencia de la que podría escribir otro artículo, pero el de hoy no va de eso.
¿Y qué es lo que haces en tu voluntariado?
Es la pregunta que más me han hecho, y la que más me cuesta responder. Estoy en el Mladinski Center Idrija, un centro juvenil que en España podría asemejarse a una casa de la juventud.
Vine para ayudar con las redes sociales. Eso significa crear un plan sobre cómo usarlas, crear contenido y que sean más atractivas para la juventud. También implica llevar las redes sociales cuando hay eventos en el centro como los dos intercambios juveniles (what ‘s on your plate, it’s on you), el voluntariado grupal (reVIVE the VIBE) y los dos training courses.
Para los youth exchanges y el voluntariado hice además un video recopilando todo lo que había pasado, no solo para tener una prueba en el centro, sino también para los participantes, para que tuvieran algo que enseñar en casa y ver cuando la nostalgia les golpeara.
Si bien tenía mis dudas sobre hacer un voluntariado de larga duración sola, gracias a estos proyectos apenas he notado que estaba sola. Mientras que la mayoría de voluntarios tienen siempre a uno más con ellos, yo he estado sola en este proyecto. Pero como he dicho antes, no lo he notado. He estado con gente internacional todo tiempo (incluso con gente de España que vinieron para el segundo intercambio juvenil ᐸ3 ) y he aprendido sobre diferentes culturas. Incluso ahora, que no tenemos más proyectos planeados hasta agosto, no siento que estoy sola, porque vivo en un hostal y siempre hay alguien con el que hablar y del que aprender algo. Y si no, tengo a mis amigas que hice en el on arrival training, una actividad a la que llaman a todos los voluntarios que han llegado durante los últimos dos meses a Eslovenia para que nos conozcamos y podamos hacer amigos en otras partes de este pequeño país. Gracias a esto he podido organizar planes y visitar otras ciudades sin tener que preocuparme por el alojamiento.
Por último, algo que me hace mucha ilusión es que Idrija está a una hora y cuarto de Ljubljana, la capital de Eslovenia, y aparentemente del voleibol. Desde que estoy aquí, no solo he podido disfrutar del intercambio de culturas, sino que he tenido la suerte de poder disfrutar de otra de mis pasiones y vivirla al máximo. He podido presenciar la VNL en persona (con dos amigas que adoran el volley también), y he podido conocer no a uno sino a dos equipos nacionales que significan mucho para mi. El equipo nacional esloveno (que me hacía ilusión no solo por estar en Eslovenia, sino porque su manera de jugar es increíble, están en mi top 4), y el equipo argentino, el equipo que me hizo enamorarme del voleibol y me animaron a hacerme árbitro. También he podido ver como juegan al voley en el río, que es una cosa que solo sucede el primer fin de semana de julio en Ljubljana. Si te gusta el voleibol, Eslovenia es el mejor destino.