Mi aventura polaca

Participar en un programa de voluntariado en Polonia ha sido una de las experiencias más transformadoras y enriquecedoras de mi vida. Durante el último año, junto con un grupo de voluntarios dedicados, puse mi corazón y alma en una variedad de proyectos centrados en la educación y el intercambio cultural. Esta aventura no solo me permitió contribuir a la sociedad, sino que también dejó una huella imborrable en mi vida y en la de las personas que conocí.

Desde el principio, el enfoque educativo del programa fue evidente. Nos dedicamos a trabajar con niños en diversas escuelas a lo largo de Polonia, impartiendo clases y organizando actividades que enriquecieran su aprendizaje. Equipados con una pasión por enseñar y un fuerte compromiso, nos esforzamos por hacer cada día especial. Una de mis experiencias favoritas fue cuando viajamos a un colegio en Elk, al otro lado del país. Nos embarcamos en un viaje de 10 horas en tren, y aunque fue largo y agotador, la emoción de los estudiantes al aprender de nuestras experiencias hizo que todo valiera la pena. Nunca olvidaré sus caras iluminadas y las preguntas curiosas que nos hicieron.

Pero no todo era trabajo y estudios. El intercambio cultural jugó un papel enorme en nuestra experiencia. Organizamos y participamos en numerosos talleres y presentaciones culturales donde cada uno de nosotros podía mostrar y promover nuestras respectivas culturas. Era asombroso ver cómo la comunidad local se interesaba por nuestras tradiciones y costumbres. Estos eventos ayudaron a fomentar un mayor entendimiento y aprecio por la diversidad cultural, creando un ambiente de respeto y aprendizaje mutuo.

   

Durante el programa, éramos alrededor de 15 voluntarios de corto plazo, provenientes de Italia, España, Francia y Armenia. Vivir juntos fue una aventura en sí misma. Seis de nosotros compartimos una casa alquilada, lo que nos permitió desarrollar una camaradería increíble. Nos turnábamos para cocinar comidas especiales y solíamos salir a explorar otras ciudades en nuestros días libres. Una de nuestras aventuras más memorables fue cuando visitamos Gdansk. Decidimos no pagar por hospedaje y pasamos la noche turisteando y bailando. Aunque volvimos agotados, fue una experiencia inolvidable que aún nos hace reír.

El impacto que tuvimos en la comunidad local fue notable. Los niños y adultos que asistieron a nuestra fundación y a las escuelas que visitamos mostraron un gran interés en lo que teníamos que compartir. Enseñamos idiomas y hasta dimos clases de cocina, algo que a todos les encantó. Ver el entusiasmo y la gratitud de la gente local fue extremadamente gratificante y nos motivó a seguir adelante.

        

No todo fue fácil; enfrentamos algunos desafíos. Uno de los principales fue la barrera del idioma. Vivíamos en un pueblo pequeño donde era menos probable encontrar gente que hablara inglés o español. Pero con paciencia y la ayuda de los voluntarios locales, logramos superar este obstáculo. Poco a poco, aprendimos lo suficiente de polaco para comunicarnos mejor y hacer nuestro trabajo más efectivo.

A pesar de los desafíos, el programa sigue en marcha y continúa enfocado en promover el conocimiento y las culturas internacionales. Nuestro objetivo es expandir nuestras iniciativas y seguir teniendo un impacto positivo en más comunidades. Decidí unirme a este programa porque vi una oportunidad única en Polonia, un país del que no sabía casi nada. Quería conocerlo desde adentro, y esta experiencia no solo me permitió hacerlo, sino que también me ayudó a crecer mucho. Ahora, estoy aún más decidido a trabajar en el futuro con programas similares, relacionados con los servicios sociales y culturales.

El programa de voluntariado fue enriquecedor en muchos aspectos. Vivir y trabajar con personas de diversas nacionalidades fue una experiencia increíble. Nos alojamos en una casa compartida, teníamos acceso a bicicletas de la fundación y nuestro transporte local para el trabajo estaba cubierto. Al finalizar el programa, recibimos un diploma de voluntariado ESC, que reconoce nuestra valiosa contribución. En resumen, esta experiencia me ha dejado recuerdos inolvidables y un deseo renovado de seguir contribuyendo a causas sociales y culturales en el futuro.

Si alguna vez tienes la oportunidad de unirte a un programa de voluntariado en el extranjero, te lo recomiendo sin dudar. La gente que conoces, las culturas que descubres y el impacto que puedes tener en las comunidades locales son simplemente invaluables.

Victoria Vazquez

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